Todos al suelo, que viene la Navidad

Llega la Navidad, todas las calles se llenan de luces, las tiendas de compradores compulsivos, los villancicos, la alegría obligatoria, se convierten en los protagonistas de la vida cotidiana, nos arrastran a todos en un torbellino de necesaria complicidad con la fiesta y la celebración de la que prácticamente nadie puede permanecer ajeno.
Hay que recordar que la Navidad, se supone, conmemora el nacimiento de un niño, hijo de una familia pobre, que acabó refugiándose en un pesebre para el parto y que pocos días después tuvo que huir de un tirano que quería asesinar al recién nacido. Por supuesto, las celebraciones nada tienen que ver con ello, cada vez más son una excusa para la fiesta, el consumo innecesario y los excesos gastronómicos. Las navidades se han convertido en un riesgo importante para la salud, tanto individual como colectiva por muchos motivos.
Vayamos primero al individual: Con la excusa de las fiestas se consumen de manera abusiva grandes cantidades de comida, generalmente cargada de sal, colesterol, azúcares, etc., siempre muy por encima de las necesidades nutricionales, con graves riesgos de atracones e indigestiones, todo acompañado de abundantes cantidades de vino, cavas y licores que suelen acabar en borracheras e intoxicaciones más o menos importantes. Claro está que, aparte de los efectos inmediatos y a corto plazo, tantas calorías y dulces favorecen la obesidad, la hipertensión y la diabetes.
Otro aspecto que suele pasar desapercibido es que, la Navidad, es momento de grandes depresiones, porque la gran presión ambiental a pasarlo bien y a estar felices contrasta en muchos casos con las situaciones personales de soledad, abandono y condiciones de carencia en que viven muchas personas, que en medio de la obligatoria alegría ven como aumenta su sufrimiento. Hay distintas opiniones sobre si esta situación incrementa o no los suicidios, desde quienes señalan que se produce un aumento en las fiestas hasta los que dicen que suele suceder justo al acabar las mismas, e incluso quienes señalan que la depresión y el suicidio en estas fechas están más relacionados con los días más cortos y con menos luz.
Finalmente, está el aumento de los accidentes de tráfico, pero también domésticos, relacionados sobre todo con el gran consumo de alcohol y los desplazamientos masivos en automóvil, sin olvidar los problemas que causa el frío (evidentemente esto no es culpa de las fiestas, sino de la época en que se celebran) a las personas que viven en la calle aumentando la mortalidad y la morbilidad (las enfermedades) en este grupo de población.
Luego están los problemas derivados del derroche y el consumismo. Las ciudades se llenan de adornos y luces absurdas, estableciendo extrañas competiciones en España, entre alcaldes, a ver quién es más excesivo, en realidad a ver quién consigue contaminar más haciendo una mayor contribución al desastre climático. Todo ello, y en paralelo, dando muestras de insolidaridad, de desprecio hacia la humanidad y fraternidad que se supone son la base del llamado “espíritu navideño”, así, en Madrid, mientras se gastan millones de € en luces y adornos, cientos de refugiados tienen que dormir en las calles, abandonados por el ayuntamiento, un buen ejemplo de “cristianismo militante”.
A la vez, el hiperconsumo sin sentido llena las calles de personas que buscan comprar cosas que no necesitan, produciendo atascos impresionantes, con una contaminación sobresaliente (del aire, acústica y lumínica) que agrava aún mas la emergencia climática y que contrasta con la cumbre del clima que pocos días antes se celebra en Madrid, cuestionando sus huecas declaraciones y una preocupación que decimos sentir con un planeta sostenible, pero que practicamos poco.
De todas maneras, no todo es tan negativo, también hay vacaciones, al menos para algunas personas, podemos intentar hacer una vida más saludable, niñas y niños se llenan de ilusiones, aunque sean superficiales, se producen reencuentros, difíciles en otros momentos, vuelven a poner “Que bello es vivir” en alguna cadena televisiva y, a veces, se logran momentos de alegría verdadera, aunque no nos toque el gordo de la lotería. No todo está perdido, en Navidad el mejor regalo es el afecto verdadero y la solidaridad con quienes más lo necesitan.
¡Si hoy es lo mismo que ayer, quizá el próximo año sea diferente!
Carta abierta a la Sra. Consejera de Sanidad de Castilla y León

Pregúnteles a ellos, a todos, organice grupos de trabajo que elaboren propuestas y verá que, al igual que en la década de los ochenta en la Comunidad Autónoma de Castilla y León se diseñó y se llevó a efecto la Reforma de la Atención Primaria que luego se extendería a toda España, ahora lo podemos volver a hacer, con nuestro conocimiento, imaginación, voluntad y valentía. Estamos a tiempo".
Con esta reflexión terminaba la carta abierta dirigida a un desconocido consejero de Sanidad a finales de junio del 2019. Unos días más tarde era nombrada para el cargo la Dra. Verónica Casado, médica de Familia de reconocido prestigio.
Después de años en los que, "hartos ya de estar hartos", nos habíamos aburrido de esperar los cambios y el liderazgo necesario en el sistema público de salud de Castilla y León, hemos acogido la llegada de la consejera Dra. Casado con ilusión y esperanza, porque sabemos que tiene capacidad profesional y conocimientos suficientes para dirigir la adecuación del sistema a las necesidades y retos de estos tiempos.
Tras la publicación del documento marco Nuevo modelo de asistencia sanitaria en el medio rural, han comenzado las críticas y las alabanzas provenientes de un partido u otro, a nuestro entender, ambas cosas desafortunadas. Se trata de un documento marco que precisa un desarrollo al que permanecemos muy atentos. La Atención Primaria en el medio rural necesita ser renovada para ser suficientemente eficaz y responder a las necesidades de la envejecidísima, escasa y dispersa población de los pueblos castellanos. No hay que olvidar que la buena atención sanitaria no es más que una de las condiciones para que las gentes puedan vivir en los pueblos, que otras administraciones tienen que implicarse, que la solución solo vendrá si hay un trabajo coordinado de los organismos locales, provinciales, autonómicos y nacionales. Pero introducir el modelo de pugna política al uso en este debate es, cuando menos, torpe y malintencionado. Aquello de "si tú lo dices y no eres de mi cuerda, entonces esto está mal o bien, si eres de los míos…".
Sanidad, Educación y Medio Ambiente necesitan de encuentros, pactos y acuerdos, y no críticas sin argumentos… Pero esto nos llevaría a un debate que no es el motivo de esta carta.
Sra. Consejera, queremos hacerle llegar nuestra confianza. El deseo de participación y colaboración en este cometido tan ilusionante y necesario de la renovación de la atención sanitaria, en particular, de la Atención Primaria castellano-leonesa, para prestar el adecuado servicio a los ciudadanos. Entendemos que esta tarea no debe demorarse, si bien precisa calma, sosiego y consenso, acuerdos que provengan de la razón, del conocimiento y de la sensatez, de la imaginación y de la valentía.
Las listas de espera en la Sanidad Pública y el Sr. Ribó

La conferencia episcopal y la eutanasia

La Conferencia Episcopal acaba de publicar el documento “Sembradores de Esperanza:acoger, proteger,acompañar en la etapa final de la vida".
Ha sido publicado recientemente por la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida, estructurado, aparte de la consabida introducción, en siete capítulos y un epílogo. Aborda diferentes cuestiones: el debate social en relación con la eutanasia (E), suicidio asistido (SA) y muerte digna (MD), los problemas éticos, cuales deben ser los criterios adecuados para aplicar unos cuidados paliativos (CP) y su suficiencia, la obstinación terapéutica, la sedación paliativa y el resultado y consecuencias de su aprobación en Holanda. Su conclusión es evidente: oposición rotunda a la regularización de estas prácticas. Sin embargo, los argumentos en que se basa están sesgados y algunos tergiversan la realidad de la experiencia previa. Analizaremos algunos de ellos:
1. Concepto de dignidad: Siguiendo a Ramón Valls, la discusión sobre la E evidencia dos formas de entenderla: una, aquella en la que la dignidad común a todos los seres humanos procede de su condición de hijos de Dios y reside en su capacidad de acatar y observar la ley moral que no emana de ellos; y otra, en la que la dignidad consiste en la capacidad que tenemos los humanos de darnos ley moral a nosotros mismos. Es evidente que la E y el SA es inmoral para los creyentes al no acatar el precepto divino de no mataras; para los no creyentes, será posible una ley que las permita sin imponerla a nadie pero exigiendo plena libertad a quien la pida y la lleve a cabo. Ambas formas de entender la dignidad son perfectamente respetables y mis creencias no son objeto de imposición a otros.
2. El debate social sobre la eutanasia no es una cuestión ideológica, ni una demanda urgente y propia de nuestros tiempos, ni objeto de una campaña propagandística ni una cuestión religiosa, como se hace alusión en el documento. La demanda social a favor de su puesta en práctica es clamorosa y reiterada según los datos de las encuestas a lo largo de los años. Si es cuestión de que se pongan en marcha los mecanismos legales necesarios para que se respete y ejecute la decisión que toma una persona de forma autónoma en situación de terminalidad de cómo y cuando morir, hecho que no tiene repercusión sobre terceros ni afecta a la justicia debida a los demás. Es la Iglesia la que hace de este debate una cuestión religiosa.
3. Se dice que siempre se pone el caso límite para crear adhesiones a la causa basadas en la compasión. ¿Acaso la realidad no es así?. No es habitual que alguien fuera de esa situación solicite la aplicación de una de estas prácticas.
4. El concepto de muerte digna no es ningún eufemismo. Sin embargo, el utilizar el término de “provocar la muerte o quitarle la vida”, encierra un juicio de valor previo que lo que pretende es criminalizar la E y el SA, lo que es tendencioso y manipulador y resulta contradictorio con lo que más adelante se explicita: no es apropiado hablar de muerte digna y si de cómo afrontar la muerte con dignidad, lo que puede parecer razonable.
5. Podemos estar de acuerdo en sus consideraciones sobre los Cuidados Paliativos, pero:
- No son la alternativa a la E y SA ya que hay personas en situación terminal bien controladas que las demandan, por lo que es una incidencia más a la que nos enfrentamos y no una alternativa. Los CP no solucionan todo el sufrimiento que padecen los pacientes, téngase en cuenta el caso de Ramón Sampedro y similares.
- El concepto de calidad de vida es personal y cada uno tiene el suyo propio tan valido como el de otra persona diferente. El baremo lo pone cada individuo y no personas ajenas a él.
- Ley 41/2002 de 14 de noviembre, marca una serie de derechos a respetar y reglamenta diversas eventualidades. Por esto no se entiende la afirmación de que niños, enfermos dependientes, comatosos o con discapacidad en incluso enfermos bajo los efectos de la enfermedad o de medicamentos, no tengan autonomía o este disminuida y sea el profesional sanitario el que tome las decisiones por ellos. Ningún trabajador sanitario tomaría decisiones por su cuenta teniendo la alternativa de las instrucciones previas y de la consulta a los representantes legales y familiares.
- En un paciente en fase final de la vida, se acepta que no hay sensación de sed ni apetito y no se origina sufrimiento por la carencia o no aporte de líquidos o alimentos. Su puesta en marcha caería dentro de la obstinación terapéutica y no es un cuidado básico como se refiere en el documento. Solo hay indicación de hidratar en el caso de deshidratación y uso concomitante de opioides.
- No se practica la sedación por sistema ni es el médico el que decide instaurarla como parece desprenderse del comentario que figura al respecto. Siempre es un tratamiento que se instaura con consentimiento del paciente o en su defecto, del cuidador o familiar responsable y bajo indicaciones muy concretas: síntoma refractario y en la agonía (en el texto solo figura la primera indicación).
6. En el texto se afirma que la eutanasia se práctica sin permiso a instancias del médico de familia por baja calidad de vida, para facilitar una situación familiar, para acortar un espectáculo insoportable para los profesionales, para mitigar la necesidad de camas necesarias para otros enfermos, o para prescindir de humanos vulnerables como fuente de gastos e incomodidades. El escribir esto supone una falta de seriedad y rigor sin límites, utilizada para justificar el argumento de la pendiente deslizante que es falso.
7. Por último habla de la experiencia holandesa tras la aprobación de la ley que permitía su aplicación, censurando su extensión a pacientes psiquiátricos, a problemas psicológicos y no físicos y a casos de dolor existencial. No dice que existen criterios para su puesta en marcha en todos los casos contemplados, que existen Comisiones Regionales que se encargan de velar por su cumplimiento y en el supuesto de que no se cumplan, dan parte a la fiscalía y si hay motivos de sanción, la pena puede llegar a doce años de cárcel. Estas Comisiones informan del número de Eutanasias practicadas y de las causas que las motivan: en 2018 se han practicado un 7% menos que en 2017 y el 90,6% de los casos corresponden a enfermos en fase terminal, constituyendo los problemas psiquiátricos un 1%.
Para terminar, se puede opinar sobre cualquier tema, pero siempre con rigor y fundamento, y sobre todo respetando las de los demás aunque no las compartamos.
El sesgo de género en la atención sanitaria
